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[La 4ta historia] La leyenda de “Smeraldo”

20 de julio 2017

 

¿Crees que eres hermoso?

Una vez vi un experimento donde se le pedía a la gente que escogieran la puerta por la que pasarían, la puerta con "Soy hermoso" sobre ella, o la puerta que decía "No soy hermoso".

Si tú fueras ellos, ¿Qué escogerías? La razón por la que cuento esta historia, es para comenzar la historia de Smeraldo acerca del amor.

La historia de Smeraldo comenzó en una villa rural del norte de Italia, alrededor de los siglos 15 y 16. En el pueblo llamado 'La Città di smeraldo', había un pequeño castillo aislado. En ese lugar vivía un hombre de grotesca apariencia.

▲El pueblo del norte de Italia que se cree que es 'La Città di smeraldo'.

No había nada exacto que se conociera acerca del hombre. "Era el hijo de un duque perteneciente a una familia poderosa en Pyrenees, el duque se enamoró de la hija del jardinero y dieron a luz a su hijo, la madre de este hombre falleció debido a un sangrado excesivo provocado después de dar a luz, la esposa e hijos del duque querían asesinar al hombre, así que el duque envió lejos a el hombre para dejarlo escapar". Habían muchos rumores pero no hubo verdad que fuera revelada.

El hombre se encendió en el viejo castillo, solitario. Tal vez fue por el odio y represión que recibió desde su nacimiento y durante su crecimiento por lo que nunca le abrió a nadie su corazón, se molestaba y escondía si alguien trataba de acercarse a él. Lo único que disfrutaba era cultivar flores en su jardín. Pero un día, una chica apareció cerca del castillo de este hombre. La chica de ropas rasgadas levantó sus tacones, saltó sobre la cerca del jardín y se robó las flores. Al principio, el hombre estaba enojado como una avispa, se mantuvo toda la noche en vela para vigilar el jardín. Pero durante un pequeño momento de descanso, la chica tomó unas flores una vez más y huyó del lugar. Esto sucedió por varios días, hasta que una noche el hombre fingió que dormía y observó a la chica irse. Tenía curiosidad. Sin darse cuenta, el hombre esperó a la chica y la siguió. Se cubrió bajo una capa y después de seguirla fue cuando el hombre descubrió que la pobre y débil chica vendía las flores para poder vivir.

El hombre quería ayudar a la chica. Quería enseñarle cada método que conocía para cultivar flores, quería enseñarle como hacer crecer hermosas flores. Pero no podía enfrentarse a la chica. Ella estaría asustada, ella no amaría su grotesca apariencia. Al final, lo único que pudo hacer fue cultivar y cuidar de las flores para que ella pudiera seguir yendo a su jardín. El hombre decidió crear una flor fuera de este mundo. Comenzó a crear una flor que la chica pudiera vender a un alto precio. El hombre se encerró en el castillo para hacer la flor. Después de innumerables intentos, el hombre creó una flor que no existía en el mundo, y llenó su jardín con esta misma.

Pero no pudo ver a la chica por ningún lado. No importa cuánto esperara, la chica no venía a su jardín. El hombre empezó a preocuparse y se dirigió al pueblo con su cara cubierta. Pero la chica había fallecido.

Esta es la historia de Smeraldo. Nadie sabe si se trata de una historia real o es solamente una historia inventada por alguien mientras observaba la flor, pero cada vez que veo a Smeraldo, esta historia aparece en mi cabeza y trae muchos pensamientos.

¿Y si el hombre hubiera tomado el coraje, mostrado su cara y revelado la verdad? La chica pudo asustarse y huir, o podría haberse enojado. El coraje no es cosa fácil.

En realidad, también he pasado por una experiencia similar. Era la amiga que conocí en la Academia de Juegos de Naipes a quien mencioné en la publicación pasada. Estaba enamorado de ella.Ella era brillante, animada y estaba llena de luz. Después de que escuché sobre el descubrimiento de Smeraldo, hablamos sobre flores y prometimos ir a 'LaCittà de smeraldo' juntos. No parecía que no tuviera nada para mí, porque también me dijo que fuéramos juntos.  A veces todavía pienso en lo que sucedió entonces. Su cara brillando de curiosidad y anticipación, escabulléndose cargando una gran mochila, preparando el encuentro, reservando boletos de avión y hablando de los planes con emoción. Aquellos fueron momentos que nunca seré capaz de olvidar. Una cicatriz que no hay tiempo que pueda curarla.

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